Presagios de viaje VI

25 ene 2009

(del poemario inedito "Presagios de viaje y Otras muertes")

A veces nos damos de bruces con la verdad
y nos asustamos o nos enfadamos
por lo inoportuno, por lo sorpresivo.
A veces, si la vemos llegar,
nos cambiamos de acera rápidamente
para evitar su zarandeo
o el despertar de la conciencia.
Cerramos los ojos ante su presencia,
o aceramos la mirada con superioridad
como si tuviéramos delante a un pobre
que nos pide, con ojos arrasados de lágrimas,
algo de misericordia o comprensión.
Apretamos el paso hasta alejarnos lo suficiente
y luego procuramos olvidarnos de sus razones,
del motivo para su existencia,
su presencia en este instante,
y hacemos ver que no la hemos llamado,
que ha sido un error,
y la acallamos en el pozo ciego de la mentira.
La hundimos en el fondo oscuro
con nuestras propias manos
hasta que se calla,
hasta que rendida alza una mano
desde debajo del agua pidiendo tiempo,
que la escuchemos,
o nos dice que de acuerdo,
que se marchará por donde ha venido.
Aunque a veces no cede,
no acepta nuestro silencio,
nuestra cobardía,
y entonces apretamos
las manos sobre su cuello,
la hundimos más en las aguas negras del pozo,
de nuestro pozo,
y la matamos con manos desnudas
para seguir viviendo en la mentira.

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