(microrrelato inédito)
El hombre del revólver apuntó a la muchacha.
―No, por favor ―le suplicó ella―. Escúchame.
―Lo siento, pero ya es tarde.
Sonaron dos disparos y la chica cayó muerta.
El hombre se la quedó mirando, absorto, mientras los demás aguantábamos la respiración con el corazón en un puño.
Al final, no pude soportar la tensión y grité:
―¡Asesino, no eres más que un asesino!
Una mujer que estaba a mi lado me recriminó.
―Cállese, maldita sea. ¿Está loco?
―No me das miedo ¿oyes? ―continué, fuera de mí―. Todos lo hemos visto, irás a la cárcel.
La mujer a mi lado me miró nerviosa.
El hombre del revólver se giró hacia mí y palidecí.
―Y ahora morirás tú –dijo mientras me apuntaba.
Sabía que mi muerte estaba cerca si no hacía algo para evitarlo, así que me dirigí hacia él ciego de ira con la esperanza de desarmarlo, pero me golpeé contra la butaca de delante y caí al suelo entre las dos hileras de asientos.
Me quedé allí quieto mientras escuchaba los disparos del revólver sobre mi cabeza.
Los de seguridad me echaron del cine mientras yo sonreía satisfecho. Al fin y al cabo, había logrado salvar el pellejo.
Salvando el pellejo
8 feb 2009
Publicado por Óscar Camarero en 23:38
Etiquetas: -Narrativa, Microrrelatos
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