(microrrelato inédito)
Felicidad siempre estuvo a mi lado, alimentando mi alma con aquel placebo suyo tan delicioso. Como una buena amiga siempre solícita, que sin embargo ahora veo como a una puta barata.
Amor se mantenía oculto a mi mirada, pero sabía que estaba allí. Podía notar sus masajes en mi cerebro y su electricidad corriendo por mi piel y mi corazón, que se alteraba con arritmias placenteras. Le creía un buen amigo, al muy cabrón.
Y es que un día vi a Felicidad y a Amor juntos aceptando un sobre que Traición les daba bajo mano de parte de mi amado, que se mantenía unos pasos apartado de la escena.
No sé qué me dio más rabia, si su hipocresía o su cobardía.
El caso es que disparé a bocajarro sobre todos menos sobre Traición, que al fin y al cabo era un mandado y nunca me engañó.
Mi amado murió, motivo por el cual estoy ahora mismo en la cárcel.
Felicidad y Amor no murieron. No pueden.
Pero mejor, porque ahora agonizan hasta que me pudra en el rincón más recóndito y oscuro de mi alma en tinieblas.
Desengaño
8 feb 2009
Publicado por Óscar Camarero en 23:33
Etiquetas: -Narrativa, Microrrelatos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario